Vaya par de semanas que estamos teniendo de lluvia y qué incómodo es conducir cuando llueve. La falta de visibilidad y la sensación de tener menos agarre en el suelo mojado, disminuye nuestra seguridad al volante. Por eso esta semana en nuestro blog, queremos compartir con vosotros algunos consejos y precauciones que aumentarán nuestra confianza al conducir en días lluviosos.
Cuando más accidentes se producen en la carretera son los días de lluvia, entre otras cosas se debe a que el agua que cae y la que salpica otros vehículos en el parabrisas, interfiere en nuestro campo de visión. Si reducimos la velocidad y aumentamos la distancia de seguridad evitaremos el “efecto spray” del agua sucia proyectada sobre nuestro coche y, en caso de frenazo, tendremos más espacio para detenernos con seguridad.
Es fundamental llevar el cristal limpio por dentro y por fuera, eliminando el vaho con la calefacción o el aire acondicionado. Asimismo, las escobillas limpiaparabrisas tienen que estar en buen estado, para que la suciedad no forme con el agua una pasta que nos dificulte aún más la visibilidad.
Cuando llueve, aunque la lluvia no sea muy fuerte, es recomendable encender el alumbrado de nuestro coche; es importante que nos hagamos ver por el resto de conductores, pero sin deslumbrar a los demás. Si la lluvia es muy intensa, también es recomendable encender las luces de niebla trasera. Probablemente, si hay humedad y hace frío, nos encontremos con niebla.
Si puedes evitar adelantar, evítalo. Si adelantas, asegúrate que puedes hacerlo con total seguridad. Ten cuidado al adelantar a vehículos de gran tonelaje, como camiones o autobuses, que generan una “nube de agua” a su alrededor.
Evitemos los charcos, las balsas de aguas y las aguas en movimiento; si tenemos que pasar por ellos y sufrimos el efecto “aguaplaning” (porque nuestros neumáticos no pueden evacuar bien el agua), nunca tenemos que frenar, sí levantar el pie del acelerador y sujetar bien el volante, sin cambiar la trayectoria hasta que notemos que el coche ha vuelto a recuperar el contacto con el asfalto y podamos secar o calentar los frenos pisando suavemente el pedal.
Y es que, como ya hemos indicado en otras ocasiones, los neumáticos son el punto de contacto de nuestro vehículo con el asfalto de la carretera, y cuando llueve, nieva o hay hielo, disminuyen su adherencia por lo que deben de estar en perfecto estado. El dibujo debe tener una profundidad de 1,6 a 2 mm y con la presión adecuada, si está demasiado baja cierra los canales de drenaje y no permite que el agua se evacue de forma óptima.
Ojo con pisar o frenar en las señales viales horizontales del suelo, sobre todo si vamos en moto. La pintura blanca tiene menos agarre que el asfalto y podemos tener un percance.
Todas estas precauciones debemos extremarlas si conducimos con lluvia de noche. A la falta de visibilidad por el agua, la oscuridad puede camuflar a animales, ciclistas, motocicletas o peatones en la calzada o en el arcén.
Una conducción suave sin movimientos violentos o frenazos bruscos es mucho más segura, para nosotros y para el resto de usuarios de la vía, y evitaremos posibles colisiones.
Un truco es seguir la huella del coche de delante porque por ella habrá menos cantidad de agua en esa zona, o si podemos, conducir por la parte más alta de la calzada, pues el agua tiende a deslizarse hacia la parte baja.