Una de las cosas que más suele costar en las primeras clases de conducir es el cambio de marchas. Es frecuente que nos cueste cambiar de primera a segunda, que no sepamos qué velocidad es la que está metida o que metamos la quinta al querer meter la tercera.
Estar pendientes de las revoluciones para coordinar los movimientos del pedal del acelerador, el pedal del embrague y el movimiento de la palanca de cambio, genera un poco estrés, que con la práctica se va superando. Eso sí, hay que conocer muy bien la teoría.
Hoy os vamos a dar las claves para hacer cambios de marcha suaves, progresivos y correctos, porque pisar el embrague de forma incorrecta o realizar un cambio de marcha brusco, en el examen práctico de conducir, es motivo de falta leve.
Lo primero, lo que siempre recomendamos al empezar a conducir, es circular al mínimo de revoluciones posible que permita la marcha y que sea coherente con la seguridad del tráfico, los límites y las condiciones de la carretera por la que vayamos.
Circular así nos va a permitir llevar una conducción eficiente y cuidar la caja de cambios.
El cambio de marcha debe realizarse dependiendo del coche que conduzcamos y de la velocidad que llevemos.
Nuestros coches de autoescuela son diésel y el cambio de marcha debe hacerse entre las 1.500-2.000 RPM. Pero si conducimos un coche de gasolina debemos esperar a que las revoluciones por minuto estén entre las 2.000 y las 2.500.
Las revoluciones del motor nos indican el número de vueltas que da el motor en un minuto.
Al acelerar suben las revoluciones del motor y al mismo tiempo la velocidad. En función de la marcha que tengamos puesta, la velocidad variará con las revoluciones. Esto es: con las mismas revoluciones en una marcha mayor, llevaremos más velocidad.
Nuestros coches de prácticas tienen 5 marchas; desde la primera a la tercera son marchas cortas, son las que tienen más fuerza pero menor velocidad.
Las marchas largas son la cuarta, la quinta y la sexta (en el caso de tener un coche con seis velocidades).
La primera marcha, la más corta de todas, es la que transmite a nuestro coche una fuerza mayor. Una vez metida la primera, el proceso de aceleración debe ser lo más suave posible. Después de dos o tres segundos o de haber recorrido unos 5 o 6 metros debemos cambiar a segunda marcha.
No mires la palanca de cambios para cambiar la marcha.
Recuerda: Antes de subir de marcha hay que aumentar la velocidad de nuestro vehículo pisando el pedal del acelerador progresivamente. Cuando hemos conseguido las revoluciones necesarias levantamos el pie del acelerador y pisamos el embrague a fondo para mover con suavidad la palanca de cambios de la segunda a la tercera. Después levanta despacio el pie del embrague.
Muy importante: no dejes el pie encima del embrague; apóyalo en el reposapiés a tu izquierda, para no pisarlo sin querer.
Si tienes que parar en un semáforo, para reducir la velocidad pisa un poco el pedal de freno, después el embrague y sigue frenando reduciendo las marchas hasta dejar el coche parado. Reduce de marcha pasando de una velocidad a la siguiente y frenando. No es recomendable pasar de tercera a primera.
Al ir reduciendo las marchas apoyamos el proceso de frenado, debido a que la presión ejercida por la caja de cambios es superior a la de la inercia acumulada por el motor.
El momento de cambiar de marcha será diferente si estamos circulando en bajada, en plano o en subida. Pero eso ya os lo contamos la semana que viene.