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Hace unos días vimos en la televisión, que el Ministerio del Interior y la DGT presentaban los nuevos radares de carro o radares sobre ruedas, inspirados en el modelo francés, que desde lejos pueden confundirse con un vehículo.

Estos dispositivos móviles prometen convertirse en una herramienta eficaz contra el exceso de velocidad en zonas críticas. Desde autoescuela Pit Lane en El Boalo, os explicamos cómo funcionan, dónde se usarán y por qué suponen un cambio importante en la seguridad vial.

Los nuevos radares de carro: características.

A diferencia de los radares fijos o de tramo, los radares de carro están instalados en plataformas móviles con ruedas. Gracias a este diseño, pueden trasladarse fácilmente y colocarse en tramos temporales de riesgo —como obras o desvíos— donde no es viable un radar fijo.

Los nuevos radares de carro de la DGT funcionan gracias a una tecnología láser de alta precisión, capaz de medir la velocidad de los vehículos mediante pulsos de luz. A diferencia de los dispositivos convencionales, estos equipos pueden vigilar varios carriles y sentidos de circulación de forma simultánea, con un alcance de hasta 75 metros, lo que los convierte en una herramienta muy versátil.

Además, cuentan con autonomía energética de varios días, lo que les permite operar sin necesidad de estar conectados a la red eléctrica ni de ser supervisados de manera constante por agentes de tráfico.

Todo ello se complementa con un sistema de conexión WiFi, que envía los datos en tiempo real a los centros de control.

La flexibilidad de despliegue es uno de los puntos fuertes de estos nuevos radares. Su movilidad hace que resulten imprevisibles para los conductores, que no pueden anticipar dónde estarán colocados. Esto refuerza el mensaje de la DGT: no se trata de saber dónde están los radares, sino de respetar siempre los límites de velocidad. En la práctica, se convierten en una herramienta que ayuda a reducir los accidentes en puntos críticos, especialmente en tramos de entre dos y tres kilómetros que requieren vigilancia temporal.

Aunque en España su implantación comienza ahora, el modelo no es completamente nuevo en Europa. Francia lleva más de una década utilizando sus conocidos voitures radar, vehículos camuflados de uso cotidiano equipados con sistemas de control de velocidad que sancionan tanto en movimiento como en reposo.

En nuestro país, la adaptación se ha orientado a plataformas móviles en lugar de coches camuflados, pero la filosofía es la misma: ganar movilidad, discreción y capacidad de adaptación.

Para los futuros conductores, la llegada de los radares de carro supone un recordatorio fundamental: la velocidad inadecuada sigue estando detrás de más del 20 % de los accidentes mortales en España.

Un carro-radar del Trànsit posicionado en una carretera catalana. Servei Català de Trànsit.

Con dispositivos más móviles y menos previsibles, la única forma de evitar sanciones no es memorizar su ubicación, sino interiorizar la importancia de circular siempre a la velocidad adecuada. En nuestra autoescuela lo recordamos en cada clase: aprobar el examen es solo el primer paso, pero aprender a conducir con responsabilidad es lo que realmente salva vidas.

La DGT confía en que la incorporación de estos radares marque un antes y un después en la estrategia de control de la velocidad. Francia ya ha demostrado que la movilidad y discreción de estos sistemas multiplican su eficacia, y el reto ahora será comprobar si la adaptación española logra el mismo impacto en la reducción de la siniestralidad.

Lo que está claro es que con los radares de carro se abre un nuevo capítulo en la seguridad vial de nuestro país.

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